sábado, 9 de noviembre de 2013

Hueco

Corría. Llegaba tarde. En el fondo del lago,un reflejo ondulado le esperaba. Le miró, con estudiada condescendencia. Era grande,orgulloso. Un colmo de pecados con propósito de ambición. Era un corazón pequeño,enjaulado de por vida en el alma de un humano sin humanidad.

Con la respiración todavía entrecortada,unas aguas,cada vez más movidas,devolvían la imagen de un rostro que seguía buscándose a sí mismo. Inertes pensamientos se aturullaban en la entrada a su realidad más cruda, inmasticable. Unos dientes muy frágiles para un mundo tan duro.

 Con perfectos y eficaces quiebros, su reflejo esquivaba todo intento de pensamiento, con una belleza inusual en su inerte baile. Entre hipnóticos y dolorosos movimientos,se iba sumergiendo poco a poco en un lago de mentiras, demasiado denso para resistirse a él. 


Lucha. Respira. 





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