Es un mundo cargado de banalismos. Hectáreas de ineptitud se extienden a ambos lados de la frontera entre la cordura y lo políticamente incorrecto. Vigilando las fronteras, un ejército de sanguijuelas que vende su sangre a cambio de una herida a la que aferrarse. Ríos de la sangre que nos confina, y que ahoga los gritos de inconformismo de una idea que no llegó a ver la luz del sol.
Matadla. Ser y estar no pueden coexistir en una misma realidad.
Mientras, armo mi corazón con las formas compuestas de un estar etéreo.
Sociedad enferma de avaricia e ignorancia. Sociedad de asociales. Saciedad de mediocridad.
Otro día más.
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