No prometo hacer feliz.
Ni prometo.
Eso queda ya muy dentro de un amasijo de posibilidades, demasiadas como para querer entenderlas.
O como para querer.
Sin embargo, me pediste una mirada, y me acabaste sacando el alma.
Puedes quedártela.
Los dos sabemos que tú la cuidarás mejor.
Que de los dos, uno pone cabeza y otro, sólo corazón.
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