jueves, 21 de noviembre de 2013

Inmersión

De mayor quería ser. No médico,ni ingeniero, ni siquiera un cabrón remunerado. No,quería ser,existir. Sin más.
Y así fue. El tiempo y el espacio fueron creados de la nada para dar forma a una realidad nueva.
Nació un día de tormenta en un callejón oscuro, sin nada puesto. Sólo el hijo de un rey tenía derecho a nacer con un pan bajo el brazo. Él no. Él tenía que conformarse con la lluvia, el color del cielo, y el cansancio de aquel que trabaja por labrarse un destino,y no un futuro.

Creció, como crecen todos aquellos que no tienen. Sin más. Incompleto.

Vivió, entre constantes murmullos,voces apagadas,gritos vacíos y corazones poblados de miseria.
Se educó,y se le introdujo en un campo de concentración en el que trabajó de oficinista. Le dieron algo,para que pudiera perderlo. Algo que llegó a importarle más que su lluvia, su cielo, su lucha y su destino. Le dieron otra realidad, y pasó a ser esclavo de sus propias ambiciones. Y así nació el miedo.
Fueron los años más felices de su vida.

Así fue envejeciendo, mientras encontraba que su realidad se deformaba para que el tiempo y el espacio se tornaran contra él en un bombardeo continuo a la capa más externa de su ser, mientras trataba de ser feliz en la vida que le habían impuesto, y que él había escogido libremente.

Convivió, junto a la más absoluta indiferencia, a disposición de cualquier imbécil que creyera que él,no era él. Que uno,no son todos. Que su destino ya estaba escrito. Que abrir los ojos significa mucho más que despertarse cada día para obedecer al tiempo. Que el mundo está formado sólo por reyes y reinas.



Se equivocaba.


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