jueves, 28 de noviembre de 2013

Reflejo

Me toca mover.

Un laberinto de deseos me consume. Me pierde,entre altas paredes de normas absurdas y arduos caminos de tierra farragosa obstaculizados por mentes indiferentes.

Como la vida misma.

Y, por qué no, dejarse llevar. No suena bien,pero sí se antoja necesario.

Oscuro. Como la vida misma.

Un dulce rayo de luz que deja al lado contrario una espeluznante sombra,cansada de arrastrarse por el suelo. Cansada de comerse toda la mierda que los demás arrojan.

El deseo se revela, y se rebela. Se levanta, imperioso, altivo, dominante. Colma de ambición la tierra del señor, lo corrompe. Pero se queda ahí,inmóvil,inerte. Incapaz de moverse más allá de los límites que le han impuesto.

Otra pieza más que cae. Otro peón del juego que se ve sacrificado por la avaricia.
Otro trozo de corazón,que olvida. Un corazón sencillo, de abrazos cálidos y miradas pueriles,casi inmortales.

Pero,al fin y al cabo,más que luces y sombras,somos piezas,desde el rey hasta el peón, en un gran juego en el que nuestro azar es su estrategia.


Tu turno.







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